¿Es la energía alemana demasiado sucia?

Como la potencia económica más fuerte de la UE y uno de los principales defensores de una revolución de energía limpia, Alemania ha sido considerada durante mucho tiempo como un ejemplo brillante de transición hacia fuentes de energía sostenibles. Este prestigio se refleja en su 13º puesto en el Índice de Desempeño Ambiental (EPI) de 2018 y en su compromiso de cambiar a energías renovables lo antes posible.

Sin embargo, un cambio reciente en la política ha llevado a Alemania a desilusionarse con la energía nuclear como fuente de energía limpia, citando temores de desastres ambientales y ataques terroristas. Si bien su objetivo es la eliminación gradual de la energía nuclear en favor de las energías renovables a largo plazo, su abandono del sector significa que los combustibles fósiles están recuperando el retraso en el ínterin, aumentando así su impacto medioambiental en el aquí y el ahora.

Darle la espalda al carbón

En noviembre de 2015, la canciller alemana Angela Merkel anunció que el país cerraría todas las centrales nucleares para el año 2022, con la esperanza de que la deficiencia se pueda cubrir completamente con energía solar, eólica y otras fuentes de energía renovable. En ese momento, las energías renovables representaban alrededor del 27% del consumo de electricidad, aumentando al 36% el año pasado y con un objetivo proyectado de entre el 40% y el 45% para 2025. Para 2050, la Canciller Merkel espera que represente el 80% de la electricidad utilizada en el país.

Para intentar alcanzar estos ambiciosos objetivos, Alemania ha invertido la mayor parte de 150.000 millones de euros en la modernización de su sector energético. Desafortunadamente, la cifra del 36% mencionada anteriormente no incluye la energía necesaria para alimentar su sistema de transporte (tanto público como privado) o para calentar los hogares de la nación. Si se tienen en cuenta estas facetas, las energías renovables sólo representan el 13% del consumo total de energía.

¿Demasiado, demasiado pronto?

Aunque los intentos de Alemania de explorar la sostenibilidad en la minería son encomiables, su repentina caída de la energía nuclear puede haber ejercido demasiada presión sobre otras fuentes de energía. Por ejemplo, recientemente se informó de que las autoridades alemanas tienen previsto arrasar un bosque de 12.000 años de antigüedad para dar paso a una nueva instalación minera de carbón, mientras que una iglesia del siglo XIX también ha corrido la misma suerte en otra parte del país.

Los críticos dicen que la sustitución de la energía nuclear por el carbón -incluso a corto plazo- es un grave error, ya que es la forma más contaminante de generación de energía conocida por el hombre. Alemania es ya el octavo mayor consumidor de carbón del planeta y el mayor de Europa (sin contar Rusia), lo que significa que sus emisiones son muy superiores a las de otros países comparables del bloque. Los objetivos a largo plazo de Alemania son sin duda dignos de elogio, pero haría bien en seguir el ejemplo del Reino Unido centrándose en el biometano y el esquisto a corto plazo. Tampoco lo son las soluciones ideales, pero ambas son sin duda fuentes de energía más limpias que el carbón.

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