Cuando oímos las palabras “metano” o “gas natural”, pensamos instantáneamente en una fuente de energía sucia que libera emisiones nocivas a nuestra atmósfera al quemar combustibles fósiles. Pero, ¿qué pasaría si hubiera una manera de producir gas limpio y renovable a partir de material orgánico que no contribuyera con ningún contaminante extra dañino para el medio ambiente?
Un paso adelante, el gas verde, también conocido como biogás. Esto se produce procesando maíz, colza, residuos alimenticios e incluso residuos orgánicos para producir biometano, que puede ser bombeado directamente a la red nacional o a las casas en forma de electricidad.
Biogás en el continente
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La idea del gas verde es todavía relativamente nueva, ya que tiene unos 10 años. Ya en 2008, el biogás se consideraba un nuevo e interesante método de producción de energía que, aunque no podía rivalizar con la producción de combustibles fósiles o medios nucleares, se desarrollaba y se hacía cada vez más eficiente.
Alemania, siempre líder en eficiencia, fue el primer país europeo en ser pionero en este esquema, construyendo 820 plantas de biogás en 2006. Esto los convirtió en los principales productores y expertos tecnológicos del sector en todo el mundo. Los Países Bajos y Austria han seguido el ejemplo en los últimos años, y ahora parece que el Reino Unido también está despertando al potencial del biogás.
Biogás en el Reino Unido
Según Ciaran Burns, de la Renewable Energy Association (REA), el Reino Unido es el mercado de biogás de más rápido crecimiento en la actualidad. En 2013, sólo había tres plantas dedicadas a la cosecha de biometano; para el año siguiente, ese número había aumentado nueve veces hasta 28. Para finales de este año, los expertos esperan que se hayan establecido más de 50 centros de operaciones.
El año pasado, el Partido Laborista prometió su compromiso con el gas verde como fuente viable de energía alternativa. Aunque este respaldo fue muy bien recibido por los funcionarios y empresarios de la industria del biometano, su limitada influencia a la luz de los recientes resultados de las elecciones puede no ser capaz de dar al biogás la oportunidad que podría tener desde Westminster.
Las plantas de biogás más exitosas funcionan combinando la agricultura con la producción de biocombustibles. Los residuos de comida y desechos son entregados por restaurantes, pubs y otros negocios de la zona cercana y procesados en energía utilizable que funciona para alimentar la propia planta (haciéndola autosuficiente), abasteciendo a los hogares locales con energía y luego vendiendo cualquier excedente a la red eléctrica.
Problemas en la práctica
Sin embargo, no todas las empresas han establecido tal equilibrio. Especialmente en el continente, muchas granjas de biogás no están cosechando cultivos agrícolas y biocombustibles en armonía, sino más bien sustituyendo uno por otro. Esto ha provocado el desplazamiento de las tierras de cultivo y la consiguiente demanda de otras zonas para la cosecha. Esto no sólo conduce a la deforestación, sino que surge otro problema en la medida en que las vastas extensiones de tierra dedicadas al cultivo de cuervo y colza para biocombustibles pueden conducir a la erosión del suelo y a inundaciones.
Debido a estas cuestiones, la UE ha puesto recientemente un tope a la bioenergía, afirmando que un máximo del 7% de biocombustibles podría contar para el 15% de la energía renovable requerida para 2020 para los Estados miembros.