¿Odias cambiar las bombillas? ¿Pasar por la rutina de recordar qué vatios comprar, elegir la bayoneta o atornillarla, tambalearse precariamente sobre un escalón y luego electrocutarse a medias olvidándose de apagar la fuente de alimentación? Bueno, en el futuro, tales preocupaciones pueden no ser más que un recuerdo nostálgico. Por qué? Por las bacterias brillantes extraídas de los pulpos, por eso.
¿Confundido? Bueno, una diseñadora holandesa llamada Teresa van Dongen ha recurrido a las profundidades del océano para crear una nueva fuente de luz potencial con su innovadora lámpara de sobremesa. Trabajando en conjunto con los estudiantes de TU Delft, la universidad técnica más grande y antigua de los Países Bajos, van Dongen ha producido una lámpara capaz de emitir un suave resplandor azul.
Sin embargo, antes de que el inusual accesorio de iluminación llegue a los estantes de los consumidores, todavía hay un par de grandes moscas en el tintero.
Martillando los Kinks
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El primer gran obstáculo para el diseño de van Dongen es que las bacterias, que fueron proporcionadas por los estudiantes y se conocen como fotobacterias, suelen morir varios días después de su extracción del pulpo.
El equipo de estudiantes está llevando a cabo una investigación continua para prolongar sus vidas, pero hasta ahora la falsa mezcla de agua de mar que han preparado parece no poder mantenerlos durante más de unos pocos días.
La segunda cuestión a la que se enfrenta la lámpara Ambio (como la ha apodado su creador) es que requiere un movimiento constante para funcionar. Van Dongen ha eludido temporalmente ese problema instalando una característica similar a un péndulo en la lámpara, que brillará durante varios minutos después de haber sido balanceada a mano. Por supuesto, la impracticabilidad de esto es obvia, pero no insuperable; y quizás la lámpara podría funcionar en una atmósfera propensa al movimiento constante, como el casco de un barco, por ejemplo.
Es evidente que queda mucho camino por recorrer antes de que la lámpara Ambio alcance una etapa en la que pueda aliviar nuestras agonías diarias en el cambio de bombilla. Sin embargo, la voluntad de usar bacterias (tradicionalmente consideradas dañinas e indeseables) para producir energía debe ser aplaudida… aunque está lejos de ser la primera vez que la ciencia ha buscado aprovechar su poder para el bien.
Bacterias al rescate
En los últimos años, los científicos han seguido una serie de caminos en el intento de utilizar la energía potencial almacenada en las bacterias. Uno de estos proyectos consiste en intentar neutralizar los residuos radiactivos o las zonas contaminadas -como las que rodean las centrales nucleares de Chernóbil y Fukushima- con la ayuda de cepas bacterianas. Para más información sobre el tema, vea este artículo: ¿Puede la biorremediación limpiar los desechos nucleares?
Mientras tanto, la historia de junio del año pasado, Innovative Algae-Based Technology for Wastewater Purification (Tecnología Innovadora Basada en Algas para la Purificación de Aguas Residuales) discute cómo una instalación de tratamiento de agua está buscando capitalizar la relación natural entre bacterias y algas no sólo para purificar su agua, sino también para generar energía en el proceso.
Las bacterias no son tan malas, después de todo.