El papel del Protocolo de Kioto en el cambio climático

¿Cuál es el papel del Protocolo de Kyoto en el cambio climático?

Las crecientes preocupaciones sobre el estado del medio ambiente se remontan a principios de los años 90. Varias naciones se han industrializado completamente y están causando una contaminación desenfrenada y una degradación ambiental. La emisión de gases de efecto invernadero ha aumentado. Teniendo esto en cuenta, las Naciones Unidas comenzaron a trabajar en métodos que reinaran en la contaminación y establecieran fronteras para todos los países con respecto a la emisión de gases de efecto invernadero. Todo esto fue parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Como tratado, el papel del Protocolo de Kyoto en la convención era proporcionar un acuerdo vinculante de todos los países.

El Protocolo de Kioto se adoptó en el año 1997, pero no se convirtió en un tratado vinculante hasta el año 2005. En el momento de su firma, ciento noventa países eran parte en el tratado, junto con la Unión Europea. En virtud del protocolo, muchos países deben reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero dentro de dos plazos de compromiso específicos.

El primero de ellos se fijó en 2008-2012, mientras que el segundo fue entre 2013 y 2020. Después del final del primer período de compromiso, se introdujeron muchos cambios en el Protocolo de Kyoto, pero éste ha pasado a ser jurídicamente vinculante a partir de 2013. A partir de ahora, el papel del Protocolo de Kioto se está revisando una vez más.

La naturaleza del tratado es tal que los países desarrollados han definido objetivos vinculantes, mientras que los países en desarrollo están obligados a reducir sus emisiones. A las naciones desarrolladas se les ha permitido una cierta libertad, pero intercambiando sus cuotas entre sí o ayudando a las naciones en desarrollo a reducir las suyas. Gran parte de esto implica ayuda financiera para aprovechar las fuentes de energía renovable, reducir la deforestación y encontrar formas de hacer que la infraestructura existente sea eficiente desde el punto de vista energético. El papel del Protocolo de Kioto en este caso es permitir el desarrollo pero reducir los costes medioambientales que ello conlleva.

Una cuestión que ha formado parte del tratado desde el momento en que se introdujo ha sido que, aunque casi todos los países se han convertido en signatarios, no todos están dispuestos a ratificarlo. La firma es simplemente un gesto de buena fe y no se toma como un acuerdo a todos los términos y condiciones. Ratificar el tratado significaría que el país está efectivamente bajo un contrato con las Naciones Unidas y otros países para seguir los objetivos trazados.

No todos los países optaron por ratificar el acuerdo, lo que significa que el papel del Protocolo de Kioto es inexistente para ellos. La razón más común que se adujo fue que perjudicaría a la economía.

Países como los Estados Unidos y Australia lucharon durante casi diez años para que se introdujeran cambios en el tratado. Estos países aún no han ratificado el tratado, lo que significa que no son legalmente responsables de la reducción de sus emisiones a partir de ahora.

El objetivo básico del establecimiento del Protocolo de Kioto era lograr un acuerdo dentro de los países para cumplir con su parte en la reducción de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, fue muy difícil lograr que todos los países se pusieran de acuerdo sobre el papel del Protocolo de Kyoto en su gobernanza actual.

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Una de las principales cuestiones a las que se enfrentaba el tratado era que se basaba en conocimientos científicos muy limitados y no tenía en cuenta las necesidades individuales de cada nación. Una ratificación por parte de un país tan pequeño como Suiza no servirá de mucho si países desarrollados como EE.UU., Rusia, Reino Unido, Australia y China siguen aumentando sus emisiones año tras año.

Aunque se hizo con la mejor de las intenciones, el Protocolo de Kyoto fue, en el mejor de los casos, una forma de demostrar que existe una conciencia global sobre el cambio climático. En los diez años que llevó ratificar el tratado y convertirlo en un contrato legal, muchos países en desarrollo se habían desarrollado. Esto no se reflejó en el tratado.

Había varias lagunas que permitían a los países desarrollados no hacer ningún esfuerzo para reducir sus emisiones, sino que utilizaban a los países en desarrollo como una forma de externalizarlas. Sin embargo, los objetivos del período de compromiso 2008-2012 no se cumplieron en modo alguno, por lo que el papel del Protocolo de Kyoto resultó inútil para el próximo período de compromiso.

A partir de ahora, el creciente conocimiento científico se ha convertido en un catalizador para el cambio ambiental. A los países en desarrollo ya no se les da la libertad de aumentar sus emisiones según su industria. Aunque la mayor parte de Asia, junto con el subcontinente indio, tiene bajas emisiones, éstas están siendo compensadas por las emisiones producidas por China. Para que el papel del Protocolo de Kioto sea válido en la situación actual, se ha modificado con el fin de reflejar el estado actual del mundo.

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